DIMENSIONES DE LA VIOLENCIA DE GÉNERO

Actualmente vemos con preo- cupación que en nuestro país el feminicidio se ha convertido en un problema cada vez más grave, tan sólo en abril de 2020, fueron asesinadas 11.2 mujeres por día, sin embargo, este delito consti- tuye el último eslabón de una cadena de violencias contra las mujeres que se han naturalizado en nuestra sociedad, arraigadas en nuestras costumbres y prác- ticas desde épocas antiguas, de tal forma que hemos llegado a considerarlas normales.

EL MITO DE LOS HOMBRES “MALOS”

Cuando hablamos de violencia solemos pensar en casos aislados, pensamos que es ejercida por hombres que, de manera individual, tienen un comportamiento atípico o desviado y maltratan; esto nos hace suponer que las mujeres deberían elegir bien a sus parejas y evitar a los hombres que son “malos”, es decir, violentos.

Asumimos que hay mujeres que, teniendo la posibilidad de vincularse con hombres “sanos”, eligen a los que son agresivos. Sin embargo, con frecuencia los asesinos de mujeres resultan ser hombres que ante la sociedad se presentan como amables y trabajadores, buenos vecinos, figuras so- cialmente reconocidas e incluso padres amorosos. ¿cómo entender entonces que se comporten en forma violenta con las mujeres?

LAS MUJERES EN CAUTIVERIO

Muchas de estas violencias tienen como punto de partida la idea de que la condición de la mujer es una naturaleza, Marcela Lagarde (2005) nos habla de que esa supuesta naturalidad en realidad es una creación histórica que se ha establecido desde el poder patriarcal y que no describe una esencia femenina real, sino más bien una serie de cautiverios a través de los cuales se nos ha dominado históricamente.


LAS MUJERES SOMOS CAUTIVAS, PUESTO QUE NUESTRAS VIDAS SON GOBERNADAS POR OTROS

Lagarde (2005) dice que las mujeres somos cautivas, puesto que nuestras vidas son gobernadas por otros, estamos atrapadas a través de roles a los que debemos aspirar y que nos some- ten al trabajo doméstico no pagado, el cuidado de los otros asociado a la condición de nuestros cuerpos y el amor como un dispositivo que nos condiciona a la sumisión, la tolerancia, el perdón, la abnegación y el sufrimiento.

Desde el punto de vista de Lagarde (2005) estos estereoti- pos definen el deber ser de la mujer, desde niñas aprendemos a cumplir con esos roles que por definición nos imponen la obligación de vivir para “agradar” a otros, no podemos elegir libremente lo que hacemos con nuestras vidas, una gran canti- dad de mujeres que soportan abusos y violencia de sus parejas, aseguran hacerlo porque es su deber.

EL FEMINICIDIO SOCIAL SISTÉMICO

Al investigar los asesinatos de mujeres en Ciudad Juárez, la investigadora Julia Monárrez (2009) se dio cuenta de que no se trataba de casos aislados, sino que las acciones individuales de cada uno de los varones que se convertían en asesinos de mujeres, estaban respaldadas por un sistema de justicia que minimizaba los asesinatos y revictimizaba a los familiares de las víctimas, incluso haciendo escarnio de las mujeres asesinadas; además de un sistema cultural que justificaba los crímenes, una sociedad que en vez de indignarse, se dedicaba a cuestionar la conducta de las víctimas.

Monárrez (2009) acuñó entonces el concepto de Feminicidio Social Sistémico, con el que ha intentado explicar por qué no ha sido posible reducir los femi- nicidios en el país: porque cuando las autoridades no investigan ni actúan efectivamente en contra de los responsables, y la sociedad entera se dedica a culpabilizar a las víctimas, se crea un entorno en el que la vida de las mujeres carece de valor


LOS DISTINTOS TIPOS DE VIOLENCIAS

El feminicidio es apenas la cara visible de la violencia que vivimos cotidianamente las mujeres. Al estar condicionadas desde niñas al servicio y autoridad de los varones nos acostumbra- mos a tolerar estas violencias en todos los espacios en los que nos desenvolvemos y a pensar que son resultado de nuestras conductas; por eso no es extraño que cuando una mujer se queja de haber sido agredida, sean incluso otras mujeres las que la acusen de merecer esas agresiones.

Las estadísticas demuestran que las violencias que vivimos las mujeres no ocurren necesariamente en la calle (ONU, 2019). La violencia doméstica tiene muchas caras, la más visible es por supuesto la violencia física, cuando la mujer, ya sea esposa o hija, es víctima de golpes o abuso sexual; pero en el hogar también ocurren otro tipo de violencias, como puede ser la económica, cuando la pareja controla a la esposa limitándole el manejo del dinero, incluso cuando ella misma contribuye a la economía del hogar. Esta forma de control es efectiva para limitar las alternativas de la mujer que tiene que depender de las decisiones de su pareja.

Otra forma habitual es la violencia psicológica, a muchos nos cuesta entender que las mujeres sean incapaces de abandonar a una pareja abusiva, sin embargo, la psicología ha explicado el fenómeno del gaslighting, una forma de manipulación emocional en la que el abusador somete a la víctima a un círculo de maltra- to alternado con demostraciones de afecto y reconciliaciones, además de ir minando gradualmente su autoestima, al grado de convencerla de que es ella quien está “loca”, imagina cosas o no comprende el amor que le tiene su pareja. Las víctimas son incapaces de reconocer que están siendo maltratadas e incluso se culpan del trato que les da su victimario.


GASLIGHTING, una forma de manipulación emocional en la que el abusador somete a la víctima a un círculo de maltrato alternado con demostraciones de afecto y reconciliaciones

Fuera del hogar la cuestión no es más sencilla, las mujeres tenemos que enfrentar el acoso en las calles desde muy jóvenes y aunque el entorno social insiste en que nuestra conducta y vestimenta detonan este tipo de abusos, lo cierto es que se trata de una violencia que los hombres cometen simplemente porque pueden ejercerla sin ser sancionados o siquiera cuestionados por su comportamiento, que puede ir desde lanzar un simple piropo, hasta realizar tocamientos o agresiones sexuales más graves hacia las mujeres que, paradójicamente, solemos sentirnos avergonzadas en vez de molestas.

En el entorno laboral la violencia más habitual es la falta de reconocimiento, en México sigue habiendo una importante brecha, no solamente salarial sino en el tipo de trabajos que realizamos las mujeres, las jefaturas, coordinaciones y puestos de liderazgo con mayor frecuencia son encomendados a los hombres, en tanto que las posiciones subordinadas suelen colocarnos en condiciones propicias para el acoso sexual, en el que los varones, además de la seguridad que les dan sus puestos, saben que en caso de denunciarlos, la víctima será quien sufra el escarnio.

La violencia de género tiene su origen en una estructura social y cultural que minimiza, justifica y tolera las distintas formas de abuso por parte de los hombres, quienes también son formados para ejercer estas violencias con naturalidad, incluso aquellos que no son violentos consideran estas prác- ticas relativamente tolerables y suelen responsabilizar de ellas a las mujeres.

Es fundamental que nos interroguemos sobre las formas de violencia que experimentamos cotidianamente para entender que no son normales y que debemos dejar de culpabilizar a las víctimas para poder construir entornos de equidad y respeto, donde ninguna pueda ser maltratada por el simple hecho de ser mujer.


REFERENCIAS:

Equis Justicia para las Mujeres, Intersecta y Red Nacional de Refugios (2020) “Las dos pandemias. Violencia contra las mujeres en México en el contexto de COVID-19”, México, 58 pp. https://equis.org.mx/wp-content/ uploads/2020/08/informe-dospandemiasmexico. pdf

Lagarde, Marcela (2005) “Los cautiverios de las mujeres: madresposas, monjas, putas, presas y locas”, Universidad Nacional Autónoma de México. 884 pp. https://www.academia.edu/36161731/Marcela_ Lagarde_Los_cautiverios_de_las_mujeres_ Madresposas_monjas_putas_presas_y_locas_pdf

Monárrez, Julia. (2009) “Trama de una injusticia. Feminicidio social sistémico en Ciudad Juárez”, México. El Colegio de la Frontera Norte y Miguel Ángel Porrúa. 328 pp.

ONU Mujeres México (2019) “Violencia feminicida en México”, Entidad de las Naciones Unidas para la igualdad de Género y el Empoderamiento de las mujeres”. https://mexico.unwomen.org/es/digiteca/ publicaciones/2019/05/infografia-violencia- feminicida-en-mexico#view

Staff Reporte Índigo (2017) “Gaslighting: violencia entre pareja que te confunde hasta la locura”, en Reporte Índigo, 7 de julio de 2017. Ciudad de México. https://www.reporteindigo.com/reporte/ gaslighting-una-forma-de-violencia-silenciosa/