COMUNICACIÓN POLÍTICA DIGITAL

CONTENIDO:

En este número encontrarás un artículo centrado en la Comunicación Política Digital.


El contenido analiza los retos y las oportunidades que ofrecen las nuevas tecnologías de información a los actores políticos, para entablar un diálogo más constructivo con la ciudadanía, en particular aquellos que utilizan las redes sociales.


Retos y oportunidades de la política en la era digital

En el mundo, la política contemporánea enfrenta grandes retos ante la evolución de las comunicaciones sociales y el desarrollo de las nuevas tecnologías. La segmentación de los públicos resulta cada vez más difícil ante la democratización de los medios de comunicación, pues, aunque facilitan un mayor diálogo entre los distintos sectores de la sociedad también reducen el margen para identificar a las poblaciones a quienes enviaremos nuestros mensajes.

Sin embargo, más allá de las complicaciones que presentan las nuevas tecnologías, los actores políticos están frente a una gran oportunidad para entablar un diálogo directo con la ciudadanía, sin mecanismos económicos, políticos o ideológicos que limiten la comunicación o inhiban (dentro de los canones éticos o de respeto) el intercambio legítimo de ideas u opiniones.

Internet, así como los productos que se han desarrollado como las redes sociales y otras herramientas de comunicación digital, se perfila como el mejor medio virtual para propiciar la participación de la ciudadanía en el mundo de la política, y al mismo tiempo, y por paradójico que esto sea, se convierte en el mejor medio de expresión para la clase política.

Para los ciudadanos, resulta más sencillo comunicarse a través de estos “nuevos medios” pues les permite expresarse de manera libre, y les facilita encontrar respuestas inmediatas a sus preguntas. Se conectan con personas que piensan igual que ellos, participan en acciones que promueven el cambio, se suman a causas, opinan sobre todos los temas coyunturales, etcétera.

Las fronteras entre políticos y ciudadanos se desdibujan, y en las redes sociales todo usuario tiene la opción de compartir su opinión ante la comunidad, de escribir en los perfiles de los candidatos e incluso sentirse más cercano a las figuras políticas que en muchas ocasiones se alejan de la ciudadanía. La comunicación se vuelve horizontal, de igual a igual, y la interactividad permite un diálogo continuo en el que los lectores son a la vez escritores, lo que se ha bautizado como “usuario lectoautor”.

En ese sentido, la comunicación política ve peligrar su formato ante la aparición de una nueva forma de medios y herramientas de comunicación social. Las posibilidades interactivas suponen un cambio radical que no parece algo temporal, sino más bien un punto de inflexión que cambiará el mundo de la comunicación para siempre.

Moreno señala que estas posibilidades interactivas dentro de la recepción colectiva sincrónica de la señal de televisión muestran hasta qué punto la trans- formación de lo analógico en digital significa mucho más que un cambio de soporte y de formato, puesto que influye en la forma de narrar. Lo analógico es inamovible, lo digital es adaptativo y transformativo.

Este nuevo escenario representa para los actores políticos una oportunidad de comunicar- se con todos sus interlocutores, y dar a conocer de manera directa, concreta y sin cortapisas sus plataformas políticas, los ideales, doctrina o intereses que representan.

Sin embargo, tienen que adaptarse a este nuevo paradigma de comunicación, entender cómo se dan las nuevas relaciones en la era digital, y sobre todo visualizar las posibilidades del diálogo directo con la ciudadanía.

A diferencia de los medios de comunicación tradicionales, la comunicación digital permite que los mensajes políticos lleguen completos, con el sentido original, como fueron diseñados.

Además, estos nuevos medios de comunicación sirven para que los actores políticos creen un perfil diferenciado respecto a sus opositores y puedan compartir con sus seguidores informaciones de la más diversa índole: desde aspectos de su vida personal hasta contenidos de carácter político, convirtiéndose así en fuentes de información directa para los periodistas, a la vez que creadoras de la propia imagen ante la comunidad de “amigos” o “seguidores”.

Esta facilidad para entablar comunicación con los usuarios ha creado nuevas tendencias para motivar la movilización social. Las manifestaciones sociales han tomado nuevos campos. La primavera árabe, y las movilizaciones políticas en el África Subsariana son muestras del poder de convocatoria que las redes sociales han adquirido. México no se escapa a esta nueva realidad. Ahora las movilizaciones son convocadas mediante las redes sociales, las personas se buscan a través de Twitter o Facebook, y miles de personas responden a los llamados o causas en un estado o en todo el país. Otros ejemplos son la organización de dispositivos de vigilancia de los procesos electorales, el montaje de campañas contra la corrupción o la denuncia de la represión de gobiernos que no respetan los derechos humanos.


NUEVAS FORMAS NO CONVENCIONALES DE PARTICIPACIÓN

Los ciudadanos reconocen y usan menos las formas tradicionales de participación política, en particular los jóvenes utilizan nuevas formas no convencionales de participación en donde el uso de las nuevas tecnologías encabezan la lista de las herramientas más utilizadas.

Silvina Brussino, Hugo Rabbia y Patricia Sorribas refieren que “los jóvenes, más que desmovilizados y apáticos, se encontrarían inaugurando nuevos espacios de sociabilidad y representando paradigmas emergentes de participación política, que implican a su vez redefiniciones de las expectativas. Investigaciones sociológicas han evidenciado que los jóvenes prefieren formas de participación que se ajusten a sus dinámicas de interacción social.

Así, eligen involucrarse en espacios informales, de interacción sin jerarquías y que prioricen el sentido de la colectividad.

Los jóvenes priorizan las redes sociales digitales porque permiten “nuevas formas asociativas que no tienen pretensiones universalistas, sino que funcionan en torno a temáticas e intereses específicos, con un fuerte arraigo comunitario y en redes de pares”.

Hoy a los ciudadanos les gusta decir y participar en todo. Cuando hay un problema que les interesa tienden a intervenir, opinan masivamente por la red y forman asociaciones para proteger animales, plantas o cualquier otra causa. Tienen una actitud contradictoria: por un lado, quieren participar como sujetos activos en la política, pero por otro no se preocupan en conversar sobre temas políticos.

En este nuevo escenario, la gran oportunidad de los actores políticos reside en entablar un diálogo informal, sin filosofías o doctrinas, reconociendo las individualidades, los intereses y necesidades de los distintos grupos poblacionales.

Los ciudadanos jóvenes o adultos no están interesados en teorizar sobre asuntos políticos o financieros; tampoco discutir en torno a la macroeconomía, los problemas sociales o los temas coyunturales que afectan la política exterior, o las relaciones internacionales.

El común de las personas, los que usan las nuevas formas de comunicación, incluidas las redes sociales, están inmersas en sus preocupaciones básicas, en la renta de la casa, o el crédito hipotecario que deben de pagar, en que no tiene empleo, las colegiaturas de los hijos, la inseguridad, entre otros.

Los ciudadanos quieren ser escuchados, y quieren ser atendidos. Los actores políticos deben adaptarse a las nuevas circunstancias. Aprender a escuchar y hablar directamente al ciudadano, ahí se encuentra el gran reto, pero también la gran oportunidad, para responder a las necesidades, las preocupaciones y los problemas del ciudadano común.

El consultor Jaime Duran Barba en su libro La política del siglo XXI concluye que “los intelectuales deberíamos dejar de lado nuestra autosuficiencia y aprender a ser conscientes de que en la democracia de masas la clave para entender la política está en comprender al elector, respetando sus visiones del mundo, ambiciones y mitos”.


Fuentes de consulta:

Bajo, C. Nuevos movimientos para un mundo hiperconectado. El País. Dispo- nible en: https://elpais.com/elpais/2016/02/01/ planeta_futuro/1454328235_338408.html

Duran, B. y Nieto, S. (2017). La política en el siglo XXI, arte, mito o ciencia. Penguin Random House. Buenos Aires.

Moreno, I. (2001). Genoma Digital. Análisis. Cuadernos de Comunicación y Cultura. (27)

Túñez, M., & Sixto, J. (2011). Redes sociales, política y Compromiso 2.0: La comunicación de los diputados españoles en Facebook. Revista Latina de Co- municación (60)